Ya iniciada la campańa electoral, a pocas semanas de las elecciones internas en los partidos y a escasos meses de las elecciones para renovar las autoridades nacionales, son pocos los debates sobre ideas, propuestas y proyectos.

Es más, poco se conoce sobre las ideas fuerza que caracterizan a los partidos políticos en este siglo XXI. Dan la sensación de estar mas enfrascados en las competencias personales, más interesados en la definición sobre candidaturas, que en el análisis de las grandes propuestas para resolver los grandes problemas que tiene el Uruguay.

Hoy por hoy resulta bastante difícil para el ciudadano común distinguir cuales son los postulados característicos de cada uno de los grandes partidos.

Más aún cuando se trata de concretar medidas directas y soluciones realistas para resolver los problemas que aquejan a la gente.

La desocupación, la marginalidad, la generación de los recursos necesarios para el pago de la deuda externa; la postergada e ineludible reforma del Estado, la seguridad de las personas y los bienes, los bajos salarios de muchos servidores públicos, como profesores, enfermeras y policías; el respeto por el derecho y por los contratos; el informalismo; la calidad de la enseńanza; la reducción selectiva de las fuerzas armadas y la mejora de sus equipamientos y remuneraciones; las reformas en las estructuras productivas, la integración regional, continental y mundial; el transporte; la migración; las tremendas cargas impositivas sobre empresas y contribuyentes; la situación de la seguridad social y su peso sobre el presupuesto nacional, el déficit público; y un largo etcétera de problemas que condicionan nuestras vidas y las vidas de nuestras familias.

Lo que los ciudadanos quisiéramos ver y oír en estos tiempos electorales, no son candidatos prometiendo maravillas y luciendo como actores de cine bien maquillados. Lo que la ciudadanía espera y necesita son debates con altura, entre hombres responsables, sobre la mejor forma de enfrentar y resolver, de manera creíble y sensata, los problemas que tiene nuestro país.

No existe otra forma, en las democracias, para elegir a los mejores de entre quienes PRETENDEN gobernar, por cinco largos ańos, la vida y los destinos de todos los uruguayos. Unas personas que solo aspiran a tener paz y seguridad, trabajar dignamente y vivir mejor.